El mundo no es tal sin literatura, narrativa, cuentos y relatos. Un relato acerca una vida, desvela secretos, transforma escenarios, y también explica y enseña.
La Antropología trabaja con narrativas y relatos, pero no siempre las historias reflejadas en las comunicaciones, ponencias y papers transmiten todo el contenido que quisiéramos. Por eso pienso que la literatura y la ciencia deben ir de la mano, narrando realidades, mostrando las injusticias y también la resistencia y la esperanza. En este espacio reúno una serie de historias de vida de mujeres que transformé en cuentos (que no son cuentos) y algunos relatos.
“Esta ciudad es bruja, sabe Usted, Daniel? Se le mete a uno en la piel y le roba el alma sin que uno se dé ni cuenta.”
Carlos Ruíz Zafón, La sombra del viento.
Revista El comején
Cuentos de criadas que no son cuentos
Ciudad Laberinto
La historia a la que me referiré sucedió en Barcelona. Pero podría haber sucedido en París, Berlín, Nueva York o Los Angeles, o tal vez en Buenos Aires o en Sidney. En cualquiera de esas ciudades sin cielo, repletas de gente anónima. Esas ciudades donde los centros comerciales son todos iguales y las vitrinas ofrecen las mismas prendas de ropa. Allí, donde los habitantes se convirtieron en topos yendo y viniendo en laberintos de trenes subterráneos durante todo el día. Seguir leyendo…
Vas a ganar el doble que aquí
Corría el año 1991. Isabel tomó el autobús de las siete rumbo a Quito. Se sentó muy delicadamente cuidando que su falda no se ensuciara de polvo. Tenía una entrevista de trabajo y la madre de su vecina le había prestado su mejor falda. La empresaria española le hizo pocas preguntas y ella contestó con pocas palabras, tal como le habían dicho. “Vas a ganar el doble que aquí”, fue la frase que convenció a Isabel.
Isabel es de Otavalo, una pequeña ciudad rodeada de volcanes a 110 kilómetros al norte de Quito. Proviene de una familia campesina, y acababa de dar a luz a su primera hija.
–¿Y cuánto es el doble? – se animó a preguntar Isabel. Seguir leyendo…
Doña Francisca
Sentada en el portal en su silla de ruedas doña Francisca relata con orgullo cómo cuidó a más de diez nietos cuando sus hijas se fueron a España. Doña Francisca vive en uno de los barrios populares más antiguos de Santo Domingo, la capital de República Dominicana. Mientras conversa con la socióloga que viajó desde España pasan vecinas a saludarla y le preguntan cómo está de su pierna. Hace poco la operaron de una trombosis. A Doña Francisca no le falta entretenimiento. La vida del barrio es muy intensa y bulliciosa, y ella es parte de esa vida comunitaria. Por su casa también pasan jóvenes a saludarla. Ella les hace bromas con toda confianza. Los conoce desde pequeños porque iban a jugar a su casa. Además de haber cuidado hijas y nietos, Francisca cuidaba a los hijos e hijas de las vecinas y de gente humilde. Su casa es muy modesta, pero está prolijamente arreglada y pintada gracias al dinero que siempre le enviaron sus hijas, explica Doña Francisca a la socióloga sin dejar de sonreír. Seguir leyendo…
La reconocí porque era verano
La reconocí porque era verano. Llevaba una camiseta a rayas y unos tejanos ajustados. Estaba de pie en el tranvía, aferrada a unos libros y a su teléfono móvil, y pude ver su lunar en el hombro en forma de flor. Era ella. Con ese pelo castaño finito y nariz respingada, bonita como siempre fue, y de modales suaves. Ella no me vio, ni siquiera levantó la vista. Miraba su móvil y escribía algún mensaje. Pensé en saludarla, pero no me reconocería y se hubiera asustado. Hasta podría haber pensado que le iba a robar, quién sabe.
La reconocí porque era verano. ¡Y cómo no iba a reconocerla! Si fue la nena más dulce y cariñosa que cuidé. Tenía cinco años cuando me presenté en su casa. Seguir leyendo…
Neiry
Artículo escrito por el 8 de marzo de 2021 para El Comején.
Son las 4 de la tarde y Neiry llega puntual a la estación del metro Sant Ildefons, en Cornellá. Uno de esos barrios del llamado “cinturón rojo” del área metropolitana de Barcelona. Un barrio con mucha historia, conocido por las luchas obreras de los 60 y 70, y con mucho presente por albergar ahora a migrantes de todo el mundo. Neiry no puede desplazarse a Barcelona para recoger el libro de catalán. Hace pocos días le denegaron el asilo, tiene miedo de que la policía la pare y le pida la documentación y, además, anda con una muleta. Su voz es temblorosa y se le nota la angustia. Le doy el libro y la invito a tomar un café. Acepta enseguida, aunque no quiere café, quiere hablar. Seguir leyendo…